En su trato se aprecia la dulzura...
cacereña ha de ser por soberana,
mi respeto y cariño como hermana
y de amante la mayor de mi ternura.
En mi edad y con paso vacilante
aun distingo y aprecio la hermosura,
cuando veo a tan linda criatura
dedicarme un soneto biensonante.
No merezco, señora los honores,
pues es pena dedicar en mi su tiempo,
habiendo en el campo tantas flores.
Con sermones lisonjeros y pasiones
expresados en un bello soneto,
agradezco sus versos, con amores.
Emilio.
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